(Fuente: @realDonaldTrump)
Cuando un expresidente pone en marcha una criptomoneda y utiliza una cena exclusiva como incentivo, logrando que inversores de todo el mundo compitan por su token personal, deja de ser un mero experimento en blockchain para convertirse en una demostración en vivo del vínculo entre poder, dinero y ética. En mayo de 2025, el expresidente de Estados Unidos Donald Trump celebró una cena de gala para los principales tenedores del Trump Meme Coin oficial, lo que generó de inmediato una enorme cobertura mediática y encendió el debate público en Estados Unidos y en todo el mundo.
Las cenas de alto valor siempre han formado parte de la captación de fondos en la política tradicional. Esta vez, el equipo de Trump reemplazó las donaciones de campaña por criptomonedas: quien poseía suficientes $TRUMP obtenía un lugar en la mesa junto a Trump. Aunque esta estrategia innovadora captó la atención mediática, también generó críticas por difuminar las fronteras entre política e inversión, negocio y servicio público.
Según la firma de análisis Inca Digital, los 220 principales tenedores invirtieron en conjunto más de 140 millones de dólares para poder ser considerados grandes titulares de $TRUMP. Se informó que uno de los asistentes destinó 16,4 millones de dólares únicamente para asegurarse la invitación.
A pesar de que el evento se promocionó como un encuentro privado en el club de golf de Trump en Virginia, contó con un escenario de estilo presidencial, discursos y seguridad digna de jefe de Estado, lo que llevó a expertos en ética y políticos a plantear numerosas preguntas. Richard Painter, antiguo asesor jurídico de ética de la Casa Blanca, lo resumió claramente: “Es la primera vez que vemos a un presidente promoviendo su propio proyecto cripto y aprovechando su influencia para estructurar riqueza.” Aunque un portavoz oficial afirmó que Trump asistió “a un evento privado en su tiempo personal”, los críticos destacaron que la mitad de los asistentes eran extranjeros, lo que cuestiona el espíritu de las leyes estadounidenses que prohíben la financiación foránea en las elecciones.
Pese a la imagen de exclusividad, el influenciador de TikTok Nick Pinto criticó el menú principal por considerarlo muy por debajo de lo esperado en un evento de alto nivel. Varios asistentes coincidieron, describiendo cubiertos dorados junto a un filete seco y escasez de verduras, llegando a comparar la cena con el catering de actos mediocres. Aun así, los invitados asumieron pagos de cientos de miles de dólares por obtener apenas unos minutos con Trump. El verdadero valor no estaba en la comida, sino en el privilegio simbólico de acceder directamente a una figura política de primer orden.
El inversor de referencia Justin Sun proclamó públicamente que era el mayor tenedor de $TRUMP y que había cenado personalmente con Trump. Reveló además una inversión privada de 75 millones de dólares en World Liberty Financial, la plataforma de criptomonedas de la familia Trump, demostrando que el evento no fue solo una operación de imagen, sino que también implicaba negocios y alianzas financieras reales. Esta clase de movimientos deja claro que, detrás de la cena de un meme coin, hay mucho más que cultura de seguidores; es el capital global apostando por la economía de la influencia.
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La cena del Trump Meme Coin fue mucho más que un encuentro gastronómico: puso de manifiesto cómo la sociedad contemporánea se siente fascinada por las celebridades, las criptomonedas y la política. ¿Seguirán otros dirigentes este ejemplo? ¿O acelerará la reacción de los reguladores, trayendo legislación y normas específicas para estos actos? Sea cual sea el desenlace, la cena devolvió el protagonismo internacional al sector cripto y convirtió los meme coins en una forma reconocida de capital político.